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Por Andrés Abreu


GRAND RAPIDS, MICHIGAN (EVH). Podría llamarse Charles pero probablemente Juan, o quizás Lee, o probablemente John, pero independientemente del nombre, lo cierto es que comparte junto a unos 66 mil hombres y mujeres en Michigan la triste suerte de no tener un hogar.

 

Para Charles vivir en la calle fue lo que Dios le mandó, pero la culpa no es de él, de Dios, sino de la gente mala que lo despojó de todo lo que tenía, hasta de su familia.

“La gente te quiere mientras puedes, incluso los tuyos… ¿para que tomas esa foto?”, me preguntó.

“Para hablar de cómo está la ciudad”, le contesté.

“Pues ya la ves”, dijo.

“Veo que tienes protección contra la pandemia, la enfermedad que anda matando gente” le digo.

“Si, porque hay que protegerse”.

Protegerse es la palabra clave en estos tiempos, pero ¿Es tan fácil viviendo en la calle?

Cada noche en Michigan, más de 66 mil personas duermen en refugios y en la calle, el 5% de ellos, unos 3 mil, son menores de 17 años.

El 13 por ciento de la población de Estados Unidos vive en la pobreza, lo que representa aproximadamente 35 millones de personas.

Desde 1995 hasta la fecha, el número de pobres en el país se ha mantenido relativamente igual, pero el número de personas que han pasado de la pobreza a la extrema pobreza ha aumentado espantosamente.

Un número considerable de los mendigos en las calles de Grand Rapids sufren de problemas mentales, otro número es adicto a las sustancias alucinógenas.  Pero otro número, no escapa a su realidad con el alcohol o la anfetamina, sino que vive su realidad y la sufre sin encontrar salida.

Las cifras oficiales estatales de las víctimas del Coronavirus muestran un porcentaje desigual  respecto a los grupos de minorías que viven en la pobreza y que son mendigos.

El 40 por ciento de las personas infectadas en Michigan son afroamericanos.

Un cuadro científico de las causas que conducen a las personas a caer en la mendicidad revela que el 35 por ciento se quedó sin empleo, el 11 por ciento estuvo en prisión y por la mancha en su record no pudo conseguir trabajo, un 10 por ciento quedó inhabilitado físicamente; un 13 por ciento fue desalojado de su vivienda por los bancos o los renteros; un 15 por ciento no pudo pagar sus facturas y deudas ,y solo un 9 por ciento cayó en la mendicidad por el abuso de sustancias.  Pero una vez convertidos en mendigos, la mayor parte de los anteriores, sucumben en el abuso de sustancias que se convierte en su hábito y obstáculo para salir del pozo.

Esto muestra que el abuso de sustancia no es la causa del problema como alegan quienes encuentran sencillas explicaciones a este problema social, sino las consecuencias de un sistema social de grandes desigualdades y un sistema político que poco protege a sus ciudadanos.

Las grandes y pequeñas ciudades de los Estados Unidos invierten enormes partidas de sus presupuestos en obras de infraestructuras, pero muy poco en la protección social.  Otras, le ponen más atención, pero se encuentran de frente a una sociedad de libre mercado en la que un dólar pesa más que el bienestar de la gente.

Jennefer Downward, investigadora en asuntos de pobreza de la Universidad de Michigan en un estudio sobre la pobreza y la mendicidad en el tiempo de la pandemia, dice que la situación es preocupante porque las personas sin hogar viven en los refugios temporales e interactúan con otros aumentando el riesgo de transmisión de Coronavirus.

“Cuando no tienes hogar, tienes muy poco control sobre los espacios donde vives. Esto hace que el distanciamiento social, una de las principales recomendaciones para la prevención del coronavirus, sea increíblemente difícil. Vivir en un refugio o temporalmente con otra familia significa que te encuentras en un entorno superpoblado, donde es más fácil que se propague el virus. Si estás navegando en el sofá o viviendo en espacios públicos, significa que cambias de lugar con frecuencia y te encuentras con gente nueva todo el tiempo, una vez más, esto aumenta el riesgo de exposición. La falta de una vivienda estable también significa que, si se enferma, no tiene un lugar estable para recuperarse”, dice.

“Las personas que no tienen refugio ya tienen dificultades para encontrar lugares para usar el baño y lavarse las manos ahora que muchos negocios están cerrados durante la pandemia, y esto será aún más difícil a medida que los estados implementen estrictas órdenes de refugio en el lugar”, señala.

Consultamos a las autoridades de la ciudad de Grand Rapids sobre las medidas que hace la institución para proteger a los indigentes.  Dan Adams planificador de estudios del Departamento de policía de Grand Rapids reconoció que los indigentes son personas vulnerables al contagio porque carecen de elementos esenciales para protegerse.

Dijo que la primera razón es que no tienen hogar donde mantenerse a salvo.

“La primera, y la más obvia, es la incapacidad de "quedarse en casa, mantenerse a salvo", ya que no tienen un hogar”, dijo.

Explicó que la Ciudad está haciendo su parte en auxilio de estas personas en colaboración con varias instituciones como los Ministerios Guiding Light y Mel Trotter.

Dijo que el departamento de Policía y el de bomberos de la ciudad han formado un equipo de ayuda a las familias desplazadas proveyendo información y materiales disponibles como mascarillas y otros elementos.

“Se han establecido estaciones de lavado alrededor del área de Heartside y se ha distribuido PPE según esté disponible”, dijo.

Según las estadísticas nacionales de la oficina del Censo hay 560 mil personas sin hogar en Estados Unidos, y cerca de 40 mil no tienen acceso a refugios, lo que los hace más vulnerables.

El departamento de Comercio de los Estados Unidos informó el miércoles que la economía del país sufrió en el pasado trimestre la mayor caída desde la crisis del 2008 y según los expertos, de acuerdo con un informe de la AP, el siguiente trimestre romperá el record de 1947.

La crisis económica del 2008 llevó a la pobreza a más 300 mil personas y aumentó en más de un 11 por ciento la pobreza extrema, según las cifras del Censo del 2010.  Es decir, que decenas de miles de personas pasaron a la indigencia.  Esto provocó un cuadro 44 millones de norteamericanos viviendo en la miseria.

En esa crisis también, el número de personas sin seguridad médica se elevó de 46.3 millones a 50.7 millones.

La Gobernadora de Michigan, Gretchen Withmer, para reducir los efectos económicos de la pandemia en las familias y evitar el aumento de personas sin hogar, ordenó la suspensión de las acciones de cobros y cargos por tardanzas en las hipotecas y rentas.  Sin embargo, los bancos, hacen caso omiso y continúan cobrando compulsivamente las hipotecas y cargando multas a los propietarios por atrasos.  Tampoco, hasta ahora, ningún banco ha ofrecido extensión de los prestamos en el período de la pandemia.

El gobierno federal ha enviado ayuda monetaria a las familias por un monto de 1,200 dólares, pero no ha ordenado a los bancos detener los cobros y cargos, por lo que la ayuda hará poco para poner un plato en la mesa, sino que engordará los bolsillos del mercado hipotecario.

Otras ayudas locales, como un fondo creado por el condado de Kent, intentan paliar la situación de las personas que perdieron sus empleos por la pandemia, pero ésta, la pandemia, amenaza con llegar más lejos que cualquier auxilio.

En el 2008 el país vivió una recesión que algunos economistas calificaron de cíclica, pero otros señalaron como causas de una desacertada administración, la de George W. Bush. Pero el 2020 transcurre la ruta de una recesión con las posibilidades de emerger atadas de la mano por una pandemia que amenaza la vida de millones de habitantes, como la suerte ató de las manos a Charles, Juan o Lee, hasta abandonarlo en la soledad de la indigencia. {jcomments on}

 


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