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GRAND RAPIDS, MICHIGAN (EVH/AP) — Las protestas de Black Lives Matter en el 2020 fueron fuertemente reprimidas por la policía reforzada por efectivos de la Guardia Nacional, en cambio la protesta en el Capitolio el pasado miércoles tuvo una escasa presencia policial y la Guardia Nacional fue llamada luego de muchas horas y después de que las Cámaras legislativas fueron vandalizadas por los seguidores del presidente Donald Trump.

Las protestas de Black Live Matter dejaron mas de 14 mil arrestos. En Grand Rapids, después de las primeras protestas hubo un enorme despliegue militar.

La protesta de los seguidores de Trump el 6 de enero no fue reprimida sino hasta que los manifestantes entraron por la fuerza rompiendo puertas y ventanas al capitolio.

Unas pocas docenas de detenidos. Varias armas confiscadas, hallazgo de explosivos improvisados. Los participantes de la turba que tomó por asalto el Congreso fueron dispersados escoltados por las fuerzas de seguridad. Algunos ni siquiera fueron esposados.

¿La gran diferencia entre estos dos episodios? El primero involucró mayormente a personas de raza negra y sus aliados. El segundo estuvo compuesto casi exclusivamente por blancos que apoyan las denuncias sin fundamento de Donald Trump de que hubo fraude en las elecciones.

La violenta toma del Capitolio por parte de una turba el miércoles representa una de las manifestaciones más claras de un doble rasero racial.

“Cuando los afroamericanos protestamos por nuestras vidas, a menudo nos topamos con efectivos de la Guardia Nacional o con policías armados con rifles de asalto, escudos, gases lacrimógenos y cascos de combate”, declaró la Black Lives Matter Global Network Foundation en un comunicado.

“Cuando los blancos intentan un golpe, se topan con una reducida cantidad de agentes que no pueden hacer nada y que hasta se toman selfies con los terroristas”, acotó.

Luego de que la turba se pasease por horas por el Congreso sin que nadie la molestase, su acción fue condenada por miembros de ambos partidos. El episodio generó asombro e incredulidad en muchos ciudadanos, que creían que este tipo de incidentes era impensable en una democracia tan arraigada como la de Estados Unidos. 

Sin embargo, la respuesta al caos es coherente con un viejo patrón, en el cual se consiente a los racistas y se tolera la violenta ideología supremacista blanca, y se da más peso a los reclamos de los blancos que a los de los afroamericanos, a menudo gente pobre y marginada.

Desde el establecimiento de la democracia, la conducta destructiva y obstruccionista de los blancos ha sido catalogada como patriotismo. Es un aspecto fundamental de un mito nacional sobre qué reclamos se justifican y cuáles no.

Rashad Robinson, presidente de Color of Change (El color del cambio), la plataforma digital promotora de la justicia racial más grande del país, dijo a la AP que estos episodios “son un claro ejemplo de cómo funciona el racismo en este país y de las distintas reglas que hay según tu raza”.

La toma del Congreso no fue el único incidente del miércoles. Supuestos partidarios de Trump habrían alterado el orden en legislaturas de todo el país, incluidas las de Georgia, Nuevo México y Ohio.

En Lansing, Michigan un grupo de seguidores de Trump se presentó al Capitolio pero no hubo contingente policial.  El Congreso del estado se mantuvo cerrado para evitar conflictos con manifestantes.

En junio, funcionarios del gobierno de Trump hicieron que efectivos federales dispersasen una manifestación pacífica de Black Lives Matter con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para que el mandatario pudiese tomarse una foto en una iglesia cerca de la Casa Blanca.

Manifestantes de BLM y sus partidarios de Portland, Oregón, destacaron la enorme disparidad entre la respuesta a las manifestaciones contra las injusticias raciales del año pasado en esa ciudad y la forma en que se alentó la violencia en Washington.

El 27 de julio, tras el despliegue de agentes para acabar con semanas de manifestaciones, Trump tuiteó: “Anarquistas, agitadores, manifestantes que destruyen o dañan nuestro Tribunal Federal en Portland o cualquier edificio del gobierno en cualquier ciudad o estado, serán juzgados según nuestra nueva Ley de Estatuas y Monumentos. MÍNIMO 10 AÑOS DE PRISIÓN. No lo hagan”.

Los miles de revoltosos del Congreso, alentados por Trump no fueron calificados de terroristas por el mandatario.  Dijo: “los amo, sé lo que sufren, lo mucho que duele”, dijo Trump en un video que difundió a través de Twitter, posteriormente retirado. “Ahora tienen que volver a casa. Los queremos. Son muy especiales”.


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