El problema no es la democracia

 

La mayoría de los oradores que participaron la Convención Nacional Demócrata, con pequeñas excepciones, se refirieron a la necesidad de votar por Joe Biden en las elecciones de noviembre, para proteger la democracia americana del peligro que corre actualmente en manos del presidente Donald Trump.  Era algo de esperarse, debido a que, para los norteamericanos, la palabra democracia es su definición como nación y el más preciado valor por encima del bienestar de sus ciudadanos y la justicia social.

Pero sucede que lo que está realmente en peligro en la administración Trump, es algo más grande e importante que las libertades individuales de los norteamericanos, es el conjunto de logros y avances de la humanidad en todo el planeta que han costado la sangre de miles de personas que han luchado por sociedades justas en las que el color de la piel ni la condición social sean calificativos de los seres humanos.

La sociedad norteamericana se prometió a sí misma desde 1968, extinguir como batería infecciosa el segregacionismo y la discriminación racial.

Las Organización de las Naciones, desde su fundación en 1949, ha venido trabajando para que los países desarrollados respeten a los subdesarrollados y que todas las naciones sean tratadas por igual independientemente de sus tamaños y sus riquezas; por el respeto a la soberanía y el sagrado principio de la no intervención.

Pese a que los países grandes no han respetado cabalmente esos principios, a partir de los años 90, Estados Unidos y la Unión Europea, han actuado con mas prudencia en cuanto a la ingerencia en otros países, y las administraciones demócratas de Bill Clinton y Barack Obama, abrieron diálogos con sus frentes en el contexto mundial para lograr acuerdos sin el uso de las armas.

El señor Donald Trump, al asumir la presidencia de Estados Unidos, trajo a su administración a conocidos personajes de la extrema derecha y el supremacismo blanco, como Steve Bannon. Nombró como su Fiscal General a Jeff Sessions, el congresista mas fieramente anti inmigrante, e inició el desmantelamiento de todos los avances de la administración anterior de Barack Obama que protegían a millones de personas del desamparo en los servicios de salud, y a los jóvenes estudiantes indocumentados.

Sus pronunciamientos abiertamente racistas, su apoyo a los grupos extremistas de derecha a quienes calificó de “gente buena y decente”, han servido de ignición a todas las organizaciones segregacionistas de Estados Unidos y otros países como Alemania y la India.

El Alemania han resurgido los grupos pro nazis, quienes se han declarado seguidores del presidente Trump.  En La India, el odio hacia los musulmanes ha asumido la forma de nacionalismo llevando ese país a la era en que Mahatma Gandhi tenía que hacer ayunos para reclamar el cese de hostilidades contra Pakistán.

En la política internacional, Trump rompió abrútamente décadas de negociaciones entre Palestina e Israel al establecer la embajada estadounidense en Jerusalem; ha puesto en marcha el otrora terrorista de estado, asesinando abiertamente a funcionarios de otros países, como fue caso del general Qasen Soleimani de Irán, y respaldado a grupos golpistas para instaurar regímenes de derecha, como fue el caso de Bolivia.  Ha amenasado con invadir militarmente a Venezuela y ha desatado una guerra comercial con China que apunta a provocar un colapso en la economía mundial.

Cuatro años más de administración Trump, no solo pondrán en peligro la democracia americana, sino que pondrán en peligro a toda la humanidad.