Deshabilitar a Trump no es suficiente

 

El impeachment aprobado el miércoles por la Cámara de Representantes contra el presidente Donald Trump, solo busca inhabilitar a este para lanzarse de nuevo a la carrera política, ya que como es obvio, al momento en que se lleve a cabo, éste estará fuera de la Casa Blanca.

No se puede despedir al que no tiene empleo.

Esa idea de que se pueden eliminar las tendencias o fanatismos eliminando a sus líderes, ha sido por décadas el gran error de la política norteamericana.

Con la renuncia de Nixon en 1975, no acabó el juego sucio en la política de Washington.

Con la muerte de Osama Bin Laden en el 2011 no acabó el extremismo musulmán de Alkaeda sino que surgió el Estado Islámico.

El Bloque comunista soviético no se derrumbó por la salida o muerte de ninguno de sus líderes, sino por las fallas en el funcionamiento del sistema y la desconfianza que éste sembró en la población.

Donald Trump no es el creador de ese pensamiento racista y aberrado de grupos como Proud Boys y Qanon que lo siguen, ni es su guía ni mentor, es solamente uno de los de esa corriente que se elevó como líder al hacerse presidente de los Estados Unidos.

Donald Trump podrá ser deshabilitado a ocupar puestos públicos en el futuro, pero esa masa de la extrema derecha que sacó la cabeza a su amparo seguirá afianzada en sus ideas de que USA es la tierra de Dios creada para la gente caucásica como los angelitos que pintaba Miguel Angel; seguirá buscando su redención y enfureciéndose cada vez que vea más extranjeros y personas de otro color en su tierra.

El pueblo norteamericano es profundamente conservador y apegado a las tradiciones religiosas católicas y protestantes.  La biblia cristiana es su fuente de verdad y la base de sus principios de buena y mala manera.  Aprendió desde pequeño que Dios protege a los cristianos y castiga a los impíos, y los historiadores norteamericanos le enseñaron que no hay nada el mundo mas importante que ellos.

Para el 2024 Donald Trump tendrá 78 años de edad y probablemente no pueda ser candidato como consecuencia del Impeachment.  Pero junto a él en su estadía en la Casa Blanca, estuvieron sus hijos quienes se incorporaron activamente en la política.  Nada puede evitar que estos mañana quieren seguir el legado de su padre y consigan unificar en su entorno el liderazgo que tuvo Trump.

Tal vez no sea un descendiente de Trump el que lo herede, sino alguien diferente de muy diferente apellido, pero de iguales ideas.

Los norteamericanos ya no creen en los políticos tradicionales que quieren estar bien con todos, prefieren a quien les dice su verdad sin protocolos.

Los de la extrema derecha aprendieron que no es imposible tener a uno de ellos en la Casa Blanca, y seguirán luchando a sus mil maneras, para como ellos dicen: “hacer América Grande de nuevo”.