Por Ramón Peralta
Llegó el fin de otro año. Uno mas en el discurrir de nuestras vidas. Uno mas que nos roba la rutina. La rutina porque solo el alerta del calendario nos hace despertar para reconocer que llegó otro año. Otro que ojalá no sea tan tenebroso como el pasado, que nos arrebató tantos seres, que aunque desconocidos, fueron partes importantes de esa humanidad que conformamos todos.
Esa misma humanidad, que dentro de la catástrofe humanitaria que ha provocado el Covi-19, muchos han querido negar apoyados en el individualismo de su ser, idea caduca y sin sentido, que corta de raíz el sentido mas alto que enaltece a una persona, que es el de formar parte de esa gran familia que hoy llamamos humanidad. Al decir esto, nos referimos aquellos ciudadanos que todavía rehúyen vacunarse, poniendo como pretexto lo que ellos llaman “opción personal”, echando a un lado uno de los fundamentos de la esencia humana, que ya estableció Aristóteles en la antigua Grecia cuando decía, que el ser humano es un ser social por naturaleza.
Si la “opción personal” fuera lo que determinara la vida en la sociedad, ésta no existiera. La estructura misma de la sociedad requiere para su existencia la repuesta de cada individuo a sus fines, de lo contrario pararíamos en el caos y por qué no, en la disolución de lo que hoy representamos como grupo humano. Por tanto, si queremos detener la pandemia del Covid-19 y sus fatales efectos en el próximo año, necesitamos conformar una monolítica unidad y actuar de acorde a la comunidad humana que somos y no movidos por el capricho personal. Antes que el “yo” existía la humanidad.
Pasando a otro aspecto, en lo político hubo mucho que desear en el pasado año. La clase política y gobernante, que dice obedecer a la democracia, mostró una vez mas que no tiene interés en resolver los serios problemas sociales que enfrenta un gran sector de la población. El plan presentado por la presente administración al Congreso con el fin de atacar algunos de esos problemas se ha ido por la borda. Las excusas para no actuar han estado a la orden del día y todo luce indicar, que nada se va a lograr, y si se logra algo, será insignificante y no hará mella a los problemas que se quieren atacar. Mientras tanto, los intereses económicos de la minúscula minoría rica permanecen intocables, dejando el peso de la responsabilidad económica del estado al resto de la población. Como hemos dicho otras veces, es necesario que desde ya el estado ponga atención a asuntos prioritarios como la educación, la salud, los salarios, los precios de los medicamentos, la vivienda y otras prioridades sociales, elementos cruciales para el ascenso económico y el mejor vivir de un gran sector de la población, que según los pronósticos será mas afectado el próximo año.
En otro orden, al analizar los hechos del pasado año, no podemos pasar por alto el asunto inmigratorio, que tanto peso ejerce sobre la población hispana. Las perspectivas en este sentido no son halagadoras para el próximo año. Los problemas en la frontera siguen igual que antes y todo luce indicar, que no hay en el Congreso una voluntad política para solucionar el problema. El optimismo que presentó la presente administración con relación a la inmigración cayó en el vacío y al final del año, el problema ni siquiera se menciona en el Congreso y en los sectores políticos que lo conforman. De manera que, como están las cosas, el problema inmigratorio seguirá el mismo camino el año venidero, a pesar del drama humano que hay detrás del asunto. En definitiva, no son halagadoras las perspectivas para el próximo año.
