Vivir pobre o morir rico

 

Tal parece que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, después lanzar ataques feroces contra Godzilla, decidió dejar al monstruo tranquilo y no destruir la ciudad lanzándole proyectiles.

La teoría de algunos políticos como Yair Bolsonaro de Brasil y Donald Trump de Estados Unidos, fue desde principio de la pandemia, dejar que el mal matara a la gente pero no a la economía.

Cuando se declaró la pandemia en marzo del 2020, la gobernadora ordenó el cierre del estado en una cuarentena casi total.  Los casos siguieron aumentando pero no como lo hubieran hecho si no hubiera tomado la medida. Las solicitudes de seguro de desempleo se elevaron a un 23 por ciento, la economía del estado decayó en la misma proporción y la desesperación comenzó a hacerse sentir con protestas azuzadas por el presidente Donald Trump para que se terminaran las restricciones.

¡Abran Michigan! Gritaba.

El dueño de una barbería de Ann Arbor, abrió su negocio violando las disposiciones de la gobernadora, y los legisladores republicanos despojaron a la mandataria de la capacidad de decretar el estado de emergencia en base al cual declaró la cuarentena.

Las protestas se realizaron en Lansing y Grand Rapids y culminaron con un complot para secuestrar a la gobernadora Whitmer.

Este año, comenzaron las vacunaciones contra el virus y el gobierno del estado, comenzó a liberar restricciones.  Pero sucede que la velocidad de las vacunas es muy inferior a la de los contagios del Covid, y ahora tenemos una batalla entre vacunaciones y nuevos casos que no se sabe quien se pondrá la corona.

En las últimas seis semanas los casos de contagio han llegado hasta 10 mil y los muertos a 30 en un solo día.  Pero la gobernadora prefiere confiar en las vacunas y dice que no habrán nuevas restricciones.  Confía en que tiene la carrera ganada porque cada día el número de personas vacunadas supera al número de personas contagiadas.

Puede que tenga razón, pero ¿Qué hay de las bajas?

En Michigan han muerto cerca de 17,500 personas y el número diario sigue creciendo en la medida en que mas personas se van contagiando.

Es cierto que toda carrera tiene un final y llegará el momento en que el número de contagiados comenzará a descender lo mismo que el número de muertos. Pero ¿A qué número llegaremos?

Tal parece que estamos siguiendo las directrices de Bolsonaro y Trump, quienes cada quien por su lado y a su manera dijo que “es normal que la gente se muera”.

Claro, ninguno de ellos está en la primera fila tomando los riesgos de los trabajadores, y ninguno de ellos carece de las atenciones médicas para reponerse del Covid.

La gobernadora tiene que decidir si vamos a morir con una buena economía o a sobrevivir con una crisis.