Las protestas en Cuba

 

Las protestas registradas en las calles de la Habana y otras ciudades de Cuba el domingo 11 de julio, no tienen nada de diferente a otras que se producen en América Latina y el mundo cuando las condiciones precarias de vida llevan a los pueblos a la cima de la desesperación.

Esa cima de la paciencia, ha sido el objetivo por más de 60 años de los Estados Unidos para crear un estado de inestabilidad que diera traste con el gobierno comunista de la isla.

Cuba ha resistido desde invasiones como la de Bahía de Cochinos en el 1962, y sabotajes a la agricultura además del bloqueo comercial y el embargo de la ley Helms Burton de 1994.

El gobierno de la isla había logrado sobrevivir a estos ataques, abasteciéndose a altos precios de flete y sin ningún crédito internacional.  Pero todo tiene un límite y este lo marcaron las nuevas sanciones impuestas por la pasada administración de Donald Trump y la incapacidad de gobierno de sobrevivir a los azotes de la pandemia del Covid-19.

Hasta ahora el pueblo cubano había esperado con paciencia cambios que le permitieran llevar un mejor nivel de vida.  La apertura de las relaciones diplomáticas con la isla hecha por administración de Barack Obama, representaba un claro horizonte en la tormentosa vida de los cubanos.  Las líneas aéreas norteamericanas se aprestaban a incluir a Cuba en sus rutas de viaje y las compañías de turismo, diseñaban nuevos itinerarios de viajeros. En Cuba, los jóvenes emprendedores se apuraban para estar delante en la línea del progreso personal, abriendo pequeños restaurantes y tiendas para turistas.  Pero todo ese sueño se desvaneció com o un mal despertar, cuando la administración de Trump revocó todo lo alcanzado por la administración de Obama y puso en práctica capítulos de la ley del embargo que por razones humanitarias las administraciones anteriores habían mantenido en suspenso.  Se estima que las sanciones impuestas por Trump provocaron a Cuba pérdidas por encima de los 20 mil millones de dólares.

La pandemia le cerró a Cuba su mas importante fuente de ingreso que es el turismo.

Al triunfar Joe Biden, el ex vicepresidente de Obama, en las elecciones del 2020, Cuba vio una nueva luz de esperanza en el horizonte, pero ésta se fue desapareciendo en la medida que, tras la niebla de una política internacional nada distante a la de la pasada administración, se hacía cada vez mas obvio de que nada cambiaría en favor de Cuba.

Cuba no tiene ya le enigmática figura de Fidel Castro.  En cambio, tiene un nuevo gobierno, carente del liderazgo que pudiera convencer a los cubanos de la perseverancia, aunque siendo honesto, ya sería difícil.

Como el tiburón al acecho de su presa, el liderazgo anticomunista del exilio cubano de La Florida, lanzó el chinchorro en el rio revuelto e hizo realidad lo que tanto anhelaba: poner en la cuerda floja al gobierno comunista.

El presidente Miguel Díaz Canel, no parece estar manejando la situación con el cuidado que amerita, lo que puede convertir la desesperación del pueblo en violencia y provocar un baño de sangre que, contrario “salvar” la isla del “comunismo”, la hundiría mas en el abismo del caos y la carencia.

El presidente Joe Biden, quien ha revocado todas las medidas de su predecesor en materia de inmigración, cambio climático y asistencia a los sectores empobrecidos de los Estados Unidos, y promedió “volver a la normalidad” del gobierno de Obama, no ha tocado la tecla que tiene que ver con Cuba.  Y en esta situación, en vez de derogar las sanciones que han llevado a los cubanos a la cima de la desesperación, ha aplaudido las protestas calificándolas del “Grito de libertad del pueblo oprimido”.

Para nadie es un secreto que el pueblo cubano está hastiado de las carencias de un país embargado; que hay una juventud que quiere vivir y sentir un mundo diferente; que quiere probar su suerte en el mercado de oportunidades.  Algo que difícilmente pueda ahora controlar el nuevo gobierno socialista, en especial, porque los políticos norteamericanos han utilizado por décadas a Cuba como carnada para atrapar el voto cubanoamericano de la Florida. 

Bill Clinton firmó la ley Elms-Burton en el 1996 para conseguir los votos del exilio de la isla en las elecciones de ese año; Al Gore, se inclinó del lado de los familiares de Miami del balserito cubano, Elián González en el conflicto que acaparó la atención mundial, con el mismo objetivo, y ahora Joe Biden parece andar detrás del mismo salmón. Lo triste es que esos votos, que posiblemente no se den en agradecimiento porque son tradicionalmente republicanos, pueden costar muchas vidas.