Por Andrés Abreu

La poesía es la máxima expresión del lenguaje, y al mismo tiempo la más difícil y condensada de las formas de comunicación.
No tiene idioma, porque es un idioma en si misma.  Tiene un solo símbolo: el corazón.

Es difícil encontrar quien se dedique a la poesía en un mundo tan congestionado, contaminado y extraño, como en el que viven los inmigrantes en los Estados Unidos.
Si el artista es de por si un solitario, el que es artista y es inmigrante, lo es doble: primero, por el esfuerzo que supone emerger de entre las ruinas de los sentimientos inexpresados, a los sórdidos afanes de la cotidianeidad, y segundo (como solitario), por el vacío que le rodea y lo aparta de su cultura y sus orígenes.
Hugo Riquelme es un poeta de origen chileno residente en la ciudad de Holland, Michigan,  una  comunidad de 33 mil habitantes a la orilla del gran lago, que si bien permite retomar el pasado a un emigrante del cono sur de América Latina, también lo separa abismalmente el conservadurismo sajón y holandés.
Hace unos de 20 años, Riquelme publicó su primer libro de poesías: “Era una vez un pueblo”, el cual evocaba un viaje personal a Tierra Santa que aterriza en lo sentimental.  Ahora vuelve con su poesía a recrear sentimientos y tocar sensibilidades, con dos volúmenes distantes en la temática, pero profundamente similares en la prosa en la música de las palabras que danzan sobre versos nostálgicos, empañados de distancias y amores perdidos.
En “Recado Personal”, (uno de los volúmenes publicado en el 2012), el poblado de Holland, los tulipanes que le caracterizan y el hielo que tapiza las ventana, blanquea los paisajes y cristaliza la memoria,  se mezcla con los viajes a la nostalgia de sus versos.

“Gotas de atardecer
dominan la nevada empedernida
La ventana temblotea un sin ruido de pájaros
Con el viento moviendo sentires
Y mi soplo toca el frio
del vidrio empañando momentos”.
(opus cit. Pag. 23)

“Afuera la ventisca parece acecharnos
Con su insipidez anglosajona
Pero dueños del paisaje coloquial
Acercamos las distancias atropellando
Irrespetuosamente las fronteras”.
(Opus Cit. Pag.36)


En la poesía de la última obra de Riquelme, el amor y el erotismo se pasean por los mismo caminos, pero sin dejarse caer de ningún lado.
“Recado Personal”, que bien podría llamarse también “Pecado Personal”, por lo franco y auténtico, es sin dudas una obra refrescante para todo el que ama la buena literatura, y sobre todo el dulce lenguaje de la poesía.
El otro volumen de Hugo Riquelme,  “Tiempo y Espacio”, recoge algunos versos de su primera obra (Había una Vez un Pueblo), y los propone junto a nuevos trabajos, en un contexto más humano y apuntalado al calor de lo romántico.

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