(EFE).- El ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague, mostró hoy su "profunda preocupación" después de que la Liga Árabe suspendiera su trabajo en ese país por el incremento de la violencia, y pidió "unidad" a la comunidad internacional frente a la crisis siria.

"La Liga Árabe ha liderado la respuesta de la comunidad internacional al aumento de la crisis en Siria y algunos de sus observadores han experimentado la violencia de primera mano", afirmó el jefe del Foreign Office en un comunicado oficial emitido por ese ministerio.

El Gobierno de coalición británico reaccionó al anuncio hecho hoy por la Liga Árabe de que suspendía de inmediato el trabajo de sus observadores en Siria hasta la próxima reunión de ministros de Exteriores árabes, a causa del deterioro de la seguridad en ese país.

En un comunicado, el secretario general del organismo, Nabil al Arabi, explicó que la decisión se debe al "deterioro peligroso de la situación en Siria y a la continuación del uso de la violencia y del intercambio de disparos y bombardeos que tienen como víctimas a los ciudadanos inocentes".

Por su parte, el titular británico de Exteriores recordó que la comunidad internacional "ha pedido repetidamente al presidente (sirio Bachar al) Asad que pare los asesinatos y la represión a los civiles".

"(Asad) Ha escogido ignorar esos llamamientos. Como resultado, hay un creciente consenso de que el mundo debe hacerse oír por la gente de Siria", agregó.

Según Hague, "ahora es el momento de que la comunidad internacional se una, incluyendo el acuerdo esta semana de una Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, para dejar claro al presidente Asad y su régimen de que los asesinatos deben parar".

La decisión de la Liga Árabe fue tomada también porque el régimen sirio utiliza a las fuerzas de seguridad contra los civiles, en contradicción con sus compromisos con la Liga Árabe y con el protocolo de la misión.

Más de 5.000 personas han muerto en Siria desde el comienzo de la revuelta el pasado marzo, según las últimas cifras de la ONU, aunque la oposición sostiene que las víctimas mortales superan las 6.000


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