Malas noticias para los nuevos padres exhaustos deseosos de dormir: no se puede suponer simplemente que los problemas de sueño del bebé son normales y esperar que pasen pronto.

Un estudio realizado en Estados Unidos y publicado en la revista Pediatrics halló que los bebés con problemas de sueño son varias veces más propensos a seguir teniendo dificultades para dormir en la niñez, frente a los bebés que descansan bien.

Investigadores del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati hallaron que uno de cada diez menores de tres años tiene problemas de sueño como pesadillas, despertares, dificultad para quedarse dormido o incapacidad de dormir en su propia cama, resultados que se encuentran en el rango de otros estudios.

"Muchas veces el mensaje es, 'No se preocupe, esto es típico y mejorará'", dijo Kelly Byars, psicóloga pediátrica autora del nuevo estudio.

Pero su equipo descubrió, y otros expertos coinciden, en que esto, si ocurre frecuentemente, no es normal.

Los problemas del sueño "definitivamente empiezan temprano y (los investigadores) mostraron que persisten durante años", dijo Lisa Meltzer, especialista en sueño infantil de National Jewish Health en Colorado, quien no participó en el estudio.

"Los niños no superan solos los problemas de sueño y sus datos muestran esto bastante claramente", agregó Meltzer.

Los investigadores encuestaron a más de 250 madres sobre las conductas de sueño de sus hijos cuando tenían 6, 12, 24 y 36 meses de vida.

Si los niños comenzaban sin problemas de sueño, tenían muchas posibilidades de que nunca aparecieran, reveló el estudio. Pero entre 21 y 35 de cada 100 niños con un problema de sueño continuaron teniéndolo más adelante.

El equipo también halló que los tipos de problemas de sueño cambiaban a medida que los niños crecían.

Cuando los pequeños tenían menos de 2 años, los problemas más comunes eran dificultades para dormirse y permanecer dormidos. A los tres años, los niños tenían con más frecuencia pesadillas y sobresaltos durante el sueño.

Byars dijo que los problemas para dormir pueden tener un impacto sobre el humor, la atención, el aprendizaje y el desarrollo de los niños, sin mencionar la falta de descanso en los padres.

"El sueño tiene que ser una prioridad para toda la familia. Los padres deben tener rutinas y horarios de sueño y de despertar consistentes. La investigación ha demostrado que todas estas cosas son muy importantes", dijo Meltzer(Reuters)


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