Los niños desobedientes

 

Hay ciudadanos que siendo adultos se comportan como niños, que odian que los obliguen a lavarse la cara, a tomarse la sopa y a acostarse temprano, no sin antes cepillarse los dientes.

 

Para esos adultos, vivir bajo un gobierno que les diga que deben respetar el derechos de los demás; no comerse todo el pan cuando hay escasez ni ignorar las necesidades ajenas, es vivir bajo una dictadura, palabra a la cual hace unas cuantas décadas le cambiaron el nombre por el de comunismo.

 

Michigan desafortunadamente tiene una copiosa manada de esos adultos rebeldes que piensan que el mundo es de los que más tienen y no de todos incluyendo a los que no tienen; Que la ley del mas fuerte es la que los hace hombres libres por lo que, defienden hasta con los dientes la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que protege el derecho a tener armas.

 

La actual crisis mundial provocada por la pandemia del Coronavirus, ha puesto a nuestra estado al descubierto.  Michigan actualmente está liderando la rebeldía de los niños desobedientes de Estados Unidos que no entienden ni quieren entender, porqué una persona que no es ni doliente ni pariente suyo lo pueda obligar a quedarse en casa.  Como todo infante deslumbrado por el placer de divertirse, no aceptan explicaciones del peligro que acecha en la calle.

 

La protesta del jueves, es la tercera que realizan los grupos de extrema derecha de Michigan.  Decimos de extrema derecha, porque para ellos los políticos de derecha son liberales, los liberales son comunistas, y los muy progresistas son terroristas peligrosos.  En las tres manifestaciones han convertido la explanada frontal del Capitolio en una exhibición de armas de asalto y trajes de combate.  Como niños, estos adultos desigualmente crecidos, las armas son sus juguetes y Dios no permite que un día en uno de esos eventos a alguno se le ocurra usarla.

 

La policía estatal había hecho severes advertencias sobre el mensaje de intimidación que estas armas representan, y había advertido que haría arrestos si se violaban las normas establecidas en la Orden Ejecutiva que manda distancia social y protección física.  Pero los manifestantes no hicieron caso, no guardaron la distancia social, no se protegieron y fueron armados para intimidar.

 

La policía estatal parece haber temido el peligro de un enfrentamiento con estos individuos y de la desgracia que podría significar que alguno, como niño desobediente, en vez de tirarse al piso a llorar blandiera un arma contra un oficial.  La respuesta habría sido inmediata, lo mismo que la desgracia.

Esa situación es una especie de tarea para los políticos que genuinamente buscan el bienestar del país y sus ciudadanos.

 

El control de las armas de asalto debe ser prioridad de la sociedad americana, y la educación en las escuelas de ser orientada a formar personas con la conciencia de que vivimos en un mundo del que nadie es dueño, y que como la acera que pasa por en frente de nuestra casa, otros tienen el derecha a usarla, y nosotros el deber de protegerla.