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Por Ramón Peralta

La recomposición de los diversos grupos étnicos que integran la sociedad americana tiene sus características propias, dando lugar a que grupos que tradicionalmente se identifican bajo una sola y particular identidad tiendan a adquirir diversos sobrenombres de acuerdo a las características históricas del momento.

Un caso que llama la atención en este sentido son los que hoy la generalidad de la población llama hispanos y que adquirieron ese nombre debido a las raíces españolas de los primeros colonizadores del suroeste y que se caracterizaban por la comunidad de su lengua y su procedencia europea. Sin embargo, en el proceso de evolución de esa comunidad, que vino a recomponerse por la integración de otros grupos con características diferentes a los de origen europeo, aparecieron otras denominaciones diferentes donde se consideraban aspectos de la cultura afroamericana, india y también ibérica. Para adaptarse a esa denominación apareció el término de “latino”, que ya implicaba no solamente a los hispanoparlantes sino que también incluía a los lusitanos, es decir, a los de habla portuguesa y a otros grupos que habían evolucionado culturalmente y con características muy propias.

Otra denominación surgida en territorio americano y dentro de la comunidad hispana a principio del siglo XX y que adquirió personalidad  en los años de 1960s, y usada por descendientes mexicanos, es decir, de padres mexicanos pero nacidos y criados en América, fue el término de “chicanos”.

Los grupos denominados así, es decir, chicanos, eran marginados por los grupos blancos dominantes, que según ellos, eran miembros de las clases bajas y no educadas. Sin embargo, durante el movimiento de lucha por los derechos civiles, los chicanos se entregaron a la lucha por la reivindicación de sus derechos y le dieron un nuevo giro al término, estableciendo que eran bilingües, talentosos y con grandes habilidades. Aunque todavía hoy existen grupos de chicanos, no poseen la relevancia social que tomó el grupo durante los años 1960s y 70s.

Por último, en los años recientes se ha adoptado otra denominación usada por grupos al referirse a los que hoy conocemos como hispanos o latinos. Se trata del término “Latinx”, que de acuerdo a las fuentes ha sido acogido por personas que rechazan ser identificados en base al género, es decir, masculino o femenino, o macho o hembra como se usa en el lenguaje popular.  El término adquirió legitimidad dentro de la comunidad conocida como de transexuales y que según ellos, el idioma español carece de una expresión neutra para referirse a una persona que no quiera ser calificada dentro de la clasificación de género del idioma. Como se nota, el término “Latinx”, debido a su terminación en “x”, puede ser aplicado de manera igual al referirse a una persona no importando su género. No pasa así al usarse hispano o latino como denominación, ya que, al referirse a una persona de género femenino se usa hispana o latina. La denominación “Latinx” ya está adquiriendo reconocimiento dentro de los medios escritos y es común encontrarla en periódicos, revistas, folletos, libros y otras publicaciones. Así es que no se sorprenda si alguien le pregunta que si usted es “Latinx”.

 

 

 

 


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