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CIUDAD DE GUATEMALA (AP) — Miles de guatemaltecos se manifestaban y bloqueban carreteras el jueves como parte de una protesta nacional convocada contra la fiscal general Consuelo Porras y el presidente Alejandro Giammattei por el despido de un funcionario considerado clave en la lucha contra la corrupción.

Juan Francisco Sandoval, jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), un funcionario reconocido por su combate a la corrupción en la nación centroamericana y que había sido elogiado dentro y fuera del país, fue removido del cargo hace unos días, lo cual desató críticas inmediatas y que el gobierno de Estados Unidos suspendiera la cooperación con el Ministerio Público.

Al canto del himno nacional, unas 10 mil personas bloquearon desde las seis de la mañana una de las principales carreteras del país en Cuatro Caminos, al occidente de Guatemala, que conecta varios departamentos.

Organizaciones indígenas, campesinas, estudiantiles, de profesionales, pequeños comercios, mercados y otros anunciaron que se unían a un paro nacional contra Porras y Giammattei.

Varios grupos de migrantes en Estados Unidos también han dicho que realizaran protestas frente a las sedes de la diplomacia guatemalteca en respaldo de las acciones en Guatemala.

La Cámara guatemalteca alemana de comercio señaló el miércoles en un comunicado que el gobiernía “tiene la obligación de garantizar el Estado de Derecho y permitir y fomentar que las instituciones y órganos de investigación, en especial las fiscalías, funcionan de una forma profesional, integra y libre de influencias”.

En Quiché autoridades indígenas recorrieron el miércoles calles para informarles a bancos, mercados y transportes que el jueves cerrarían las calles y comercios para unirse al paro nacional.

El gobierno de Estados Unidos anunció el martes que suspendía temporalmente la cooperacióncon el Ministerio Público de Guatemala y que había perdido la confianza en Porras por destituir a Sandoval, a quién a principio de año el Departamento de Estado estadounidense premió por su lucha anticorrupción.

Tras el despido, Porras asignó a Carla Valenzuela, una fiscal de su confianza para dirigir la FECI.

Sandoval lideró un equipo de fiscales que durante varios años logró la desarticulación de más de 60 estructuras de corrupción y crimen organizado.

FECI trabajó al lado de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) un órgano financiado por Naciones Unidas para desbaratar estructuras que cooptan al Estado, logrando incluso la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina, su vicepresidenta Roxana Baldetti, y su gabinete, quienes se encuentran en prisión acusados de corrupción.

La CICIG llegó a su fin en 2019, tras 12 años de gestión, luego de que el gobierno guatemalteco no quisiera renovar su estancia en el país tras investigaciones por denuncias de corrupción del entonces presidente Jimmy Morales, quién también mantuvo diferencias con el jefe de la comisión, Iván Velásquez.

Sandoval le dijo a periodistas que cuando empezó a profundizar en denuncias que señalaban al presidente Giammattei de presuntos actos de corrupción, así como miembros de su gabinete, empezaron a intensificarse los bloqueos por parte de Porras a las investigaciones. Giammattei ha dicho públicamente que es amigo de la jefa del Ministerio Público.

Porras negó los hechos y en principio dijo que destituía a Sandoval por vejámenes y faltas de respeto, sin presentar evidencias ni a qué exactamente se refería. Días después dijo que Sandoval realizaba una justicia selectiva e ideologizada.

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, México (AP) — Unos doscientos hombres armados irrumpieron en una localidad de las montañas del estado de Chiapas en el sur de México, donde incendiaron vehículos y al menos una docena de casas, vandalizaron el ayuntamiento y secuestraron a 21 personas, dijeron el martes las autoridades.

Funcionarios responsabilizaron de los hechos a un nuevo grupo de autodefensas autollamado “El Machete”, que anunció su existencia apenas una semana antes con el supuesto propósito de combatir la incursión de cárteles de la droga en las comunidades de la sierra de Chiapas, habitadas principalmente por indígenas.

El lunes en la tarde, hombres enmascarados que portaban fusiles se distribuyeron en el poblado de Pantelhó y recorrieron calle por calle en busca de presuntos delincuentes, según las autoridades, acción que generó pánico en la comunidad. Los sujetos le prendieron fuego a algunas viviendas.

Pedro Gómez, un activista local, dijo que al menos tres vehículos y una docena de casas fueron incendiadas.

El grupo, que al parecer incluye a miembros de la etnia indígena tzotzil, dice ser una “fuerza de autodefensas”, un fenómeno que se ha visto durante años en algunos estados occidentales de México.

Un funcionario de la Fiscalía General de Chiapas, que solicitó el anonimato, dijo que se ha abierto una investigación sobre estos hechos. El funcionario señaló que los hombres armados pertenecían a El Machete.

Los 21 habitantes secuestrados fueron llevados a la localidad de San José Buena Vista Tercero, la presunta sede del grupo de autodefensas. El funcionario dijo que los hombres armados al parecer buscaban a miembros de otro grupo llamado “Los Herreras”.

Después de que El Machete anunció su existencia a principios de mes, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no aceptará la presencia de grupos de autodefensa.

LA HABANA (AP) — Cuba dispuso prisión domiciliaria este fin de semana para varias personas sancionadas con cárcel la semana pasada en juicios sumarios y que habían sido detenidos durante las inéditas manifestaciones de mediados de mes.

“Fui liberado el sábado por mediación de la presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), Norma Rodríguez que intercedió por mí”, dijo a The Associated Press el artista Carlos González Acosta. “Me anunciaron una prisión domiciliaria, en mi casa, hasta la espera del resultado de la apelación”.

González, de 38 años, fue condenado el martes pasado a una pena de 10 meses de prisión por el delito de desordenes públicos y es una de las 59 personas que las autoridades judiciales indicaron habían sido sancionados hasta ahora tras los disturbios del 11 y 12 de julio. Su abogado había presentado apelación.

El artista relató que fue entrevistado por la presidenta del CNAP en la prisión de Valle Grande, a la que ingresó junto con oficiales carcelarios por la tarde y por la noche se le permitió ir a su casa. Aseguró que otras dos personas --uno de ellos el fotógrafo Anyelo Troya-- habían salido en iguales condiciones.

Hasta ahora las autoridades no informaron cuántas ciudadanos fueron arrestadas en esos días, pero el sábado Rubén Remigio Ferro, del Tribunal Supremo Popular (TSP) indicó que realizaron en los tribunales 19 procesos involucrando a 59 personas con delitos de menor gravedad.

“La motivación, en mi caso personal, que tuve para salir a manifestar, fue ejercer mi derecho a expresar mis opiniones”, dijo González, quien relató que había sido detenido el 11 de julio cuando se retiraba sin haber ejercido violencia. La pluralidad de las demandas —algunas económicas derivadas de la crisis como la carestía, otras sociales y políticas de los disconformes— demostraron, según el artista, la espontaneidad de las protestas.

Tanto desde el TSP como la Fiscalía General de la República se insistió en que los procesos se habían realizado con apego a las leyes cubanas con todas las garantías para los acusados. “No somos trogloditas”, expresó Ferro al defender la actuación de los tribunales.

Las inéditas manifestaciones, las más importantes por el número de personas —unas miles— y por que se desarrollaron en varios puntos del país, sacudieron a Cuba, que atraviesa una dura crisis económica y un rebrote del nuevo coronavirus con más de 8.000 contagios diarios.

En algunos puntos las protestas se tornaron vandálicas con saqueos, robos y enfrentamiento con la policía y vecinos simpatizantes de la revolución que también salieron a las calles. Una persona falleció.

Organizaciones no gubernamentales estimaron en unas 600 las detenciones, aunque en los primeros días se produjeron liberaciones como la del dramaturgo Yunior García Aguilera.

También el actor Daniel Triana informó en redes sociales sobre la excarcelación —el sábado— en proceso de apelación de su colega Alexander Diego Gil.

En estas dos semanas posteriores no se reportaron nuevas manifestaciones ni disturbios. Las autoridades culparon inicialmente a las redes sociales de alentar desde Estados Unidos una campaña y al gobierno de ese país de continuar con su política de sanciones presionando un cambio de modelo político en la nación caribeña.

Sin embargo, el presiente Díaz-Canel hizo una incipiente autocrítica de la parte que le toca a la gestión de gobierno en la dramática situación de la isla en torno a la escases de comida y medicinas, las colas, los cortes de luz y el deterioro de la calidad de vida en barrios populares.

Sus ministros aprobaron medidas de importación y exportación de alimentos, aseo y medicamentos y prometieron una pronta oficialización de leyes para abrir pequeñas empresas privadas, al tiempo que dirigentes del gobernante Partido Comunista y asociaciones afines salieron a visitar barrios pobres y hablar con la gente.

Este lunes una veintena de países encabezados por Estados Unidos condenaron los arrestos mediante una declaración dada a conocer por el Departamento de Estado y que exhorta a las autoridades cubanas “a respetar los reclamos de derechos humanos universales que expresan los cubanos”.

“El gobierno cubano no ha respondido escuchando los reclamos de su propio pueblo, sino acallando todavía más esas voces mediante actos de detención arbitraria y juicios sumarios que se desarrollaron de manera secreta y sin garantías de debido proceso”, expresó el comunicado firmado entre otros por Austria, Israel, Brasil, Montengro y Ucrania.

CIUDAD DE MEXICO (AP) — El recuento más fidedigno de homicidios en México, publicado el martes, revela que esencialmente no hubo cambios a pesar de la pandemia, al sumar 36,579 en 2020.

Aunque el COVID-19 redujo muchas actividades en México, el número de asesinatos el año pasado fue prácticamente igual al de 2019, de 36,661.

Eso significa que la tasa de asesinatos en 2020 fue de 29 por cada 100,000 habitantes, igual que el año anterior. En comparación, la de Estados Unidos en 2019 fue de 5.8 por 100,000.

El experto en seguridad Alejandro Hope dijo que las cifras preliminares difundidas el martes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) probablemente se revisarán hacia arriba entre 1 y 3% cuando aparezcan las definitivas en octubre.

El presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que su gobierno ha logrado desacelerar el número de los asesinatos, pero no ha podido reducirlos significativamente. De hecho, la cifra se había estabilizado en el momento en que él asumió el cargo el 1 de diciembre de 2018.

Los expertos dicen que buena parte de la violencia se debe a las batallas en todo el país entre los cárteles de Jalisco y Sinaloa, en alianza con pandillas locales o a través de ellas.

Los estados más afectados por la violencia del narcotráfico son Guanajuato, Baja California, Michoacán, Zacatecas, Chihuahua y Sonora, pero empiezan a extenderse al resto de las 32 entidades.

VALPARAÍSO, México (AP) — Cuando los disparos empezaron a escucharse en el valle, los vecinos se encerraron en sus casas aterrados. Unos 200 hombres armados, según un testigo, saquearon una gasolinera y cuando otros tantos pistoleros de un grupo contrarios a emboscarles, la balacera duró horas, lo cual hacía presagiar lo peor.

Las autoridades tardaron un día en llegar y levantaron 18 cadáveres en San Juan Capistrano, una pequeña comunidad del municipio de Valparaíso, en Zacatecas, un estado del centro-norte de México, estratégico para el trasiego de drogas y armas, ahora disputado por los dos cárteles más poderosos del país: el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El enfrentamiento del 24 de junio puso a Zacatecas ante los reflectores del país, aunque un mes después no hay claridad sobre el número de muertos. Tampoco hay detenidos. Las fuerzas armadas reforzaron su presencia, pero continúan las balaceras y los muertos por todo el estado: un médico aquí, un policía allá, una familia descuartizada, ocho asesinados en una fiesta, dos niñas baleadas con sus padres.

Zacatecas es ahora el estado con mayor tasa de homicidios por 100.000 habitantes, según cifras oficiales. En lo que va del año hubo 746 asesinatos frente a los 1.065 de todo 2020.

Nada de esto es nuevo en un país que lleva más de una década de violencia de los cárteles, pero la situación de Zacatecas, como la de Michoacán o Tamaulipas, en el oeste y norte, pone en evidencia que ni la guerra frontal contra el narco lanzada por el expresidente Felipe Calderón en 2006, ni el enfoque conciliador de “abrazos no balazos” del actual gobierno han logrado romper el círculo vicioso de violencia en el que está inmerso México.

Cambian los actores, los escenarios y las autoridades, pero no los resultados.

“El día que se retiran (los militares) por historia lo sabemos: de pronto, otra vez, hay presencia de grupos criminales disputando el territorio”, dice preocupado Eleuterio Ramos, alcalde de Valparaíso, una localidad a más de 750 kilómetros al noroeste de la capital del país.

Una camioneta baleada hace un mes permanece asomada a un valle de Valparaíso, en una zona de montes bajos al este de la Sierra Madre Occidental que limita con Jalisco, Durango y Nayarit, otros tres estados que en distintos momentos también han estado marcados por la violencia del narcotráfico. El chasis puede verse desde la ladera de enfrente, a kilómetros de distancia, como si fuera un recordatorio de que esa sigue siendo una línea de fuego.

Tanto el cártel de Sinaloa como el CJNG buscan controlar Zacatecas por su ubicación. Ocho estados lo rodean y es un nudo carretero con salidas a importantes cruces fronterizos. Conecta el océano Pacífico con Estados Unidos, ruta de todo tipo de mercancías, entre ellas, el fentanilo, un opioide altamente demandado en el mercado estadounidense, donde ha causado una crisis por sobredosis.

Al oeste de Zacatecas se localizan los laboratorios de drogas sintéticas, dice Óscar Santiago Quintos, titular del departamento de análisis e inteligencia de la Fiscalía federal mexicana. Al norte, en la frontera sur de Estados Unidos, los consumidores.

Y al este, continúa Quintos, se ubica San Luis Potosí, un estado industrial con numerosas empresas de paquetería que se usan para el tráfico de las letales pastillas cuyo consumo se multiplicó en Estados Unidos durante la pandemia. Según cifras de autoridades estadounidenses, 93.000 personas murieron por sobredosis de fentanilo en 2020 y en los últimos nueve meses los decomisos de esta droga en la frontera con México crecieron un 234%.

“La batalla de Zacatecas es parte de una guerra más grande para dominar el mercado del fentanilo, que es el mayor generador de dinero para los cárteles en Estados Unidos”, asegura Mike Vigil, ex jefe de operaciones internacionales de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA. “Si un cártel es capaz de controlar todo el mercado de fentanilo, su poder será imparable”.

Para Arturo López Bazán, secretario de Seguridad de Zacatecas, el estado también es una importante ruta de tráfico de armas desde el norte. Recientemente, señala, han decomisado incluso armamento antiaéreo.

En los ranchos y comunidades de Valparaíso, pueden no dimensionar todo lo que está en juego en sus tierras, pero sienten su impacto. Balaceras que retumban entre cerros; ranchos a veces impenetrables hasta para dar de comer al ganado; carreteras en las que el miedo impide tanto la llegada de servicios y médicos como de camiones que abastezcan las tiendas.

“En un pueblo controla Sinaloa, en el siguiente Jalisco, en el siguiente Sinaloa otra vez”, explica un líder comunitario de la zona que, como otra decena de entrevistados por AP, pide el anonimato por miedo. “Los civiles miran (a los armados) y no los ven, pero el hecho de compartir territorio (con quien controla ese punto) les hace cómplices a los ojos del grupo enemigo”.

En las carreteras más aisladas y estratégicas, los grupos criminales ponen retenes. Ahí revisan sobre todo los celulares; a veces, atando o golpeando a los hombres para intimidarles más. Si un vehículo no para, abren fuego. Una doctora murió en julio cuando la dispararon al saltarse uno en el vecino municipio de Jerez. Dos paramédicos que llevaban a una mujer en una ambulancia desde una localidad de Jalisco a un hospital de Zacatecas (porque era el más cercano) fueron baleados en junio al cruzar Valparaíso.

También fue asesinado en la carretera un sacerdote días antes, aparentemente por fuego cruzado. Unas vecinas aseguran que les ayudaba a recuperar la luz después de que un grupo armado cortara la electricidad de algunos ranchos.

Generar miedo es clave. Según el líder comunitario, un día se llevaron a un electricista para que presenciara una ejecución y lo contara. También corrió el rumor de que se estaban llevando a los jóvenes a la fuerza para integrarlos a sus filas.

“Había pánico”, confirma un joven de 21 años, el mayor de cinco hermanos. Dice que nunca supieron de dónde salió esa información ni pudieron confirmarla, pero no evitó que algunos jóvenes huyeran. Él y sus hermanos se quedaron porque “no había ni con qué irse, ni para dónde”.

Varias familias se fueron a ciudades cercanas. Otras a Estados Unidos, donde hay tantos zacatecanos como en territorio mexicano, en torno al millón y medio. Es lo que hizo un matrimonio con cuatro hijos que acababa de regresar al pueblo para sembrar, pero se marchó sin hacerlo, aterrado después del tiroteo de finales de junio y de que saquearan su casa, cuenta un familiar.

El resto se encerró. “Fueron quince días que no salimos para nada”, dice Claudina Betancourt, enfermera nacida en la comunidad y la única del pueblo que accedió a dar su nombre. “No teníamos comida, no teníamos nada”.

Betancourt sigue atendiendo a los vecinos, aunque la semana pasada sacó todas sus pertenencias del pueblo y las llevó a Fresnillo, donde viven su hija y su madre, por si un día tiene que irse a toda prisa para no volver más.

Sin cobertura de celular y con sólo dos casetas telefónicas, la falta de información genera incertidumbre.

Unos días después del enfrentamiento, las autoridades encontraron dos cadáveres más, lo que elevó la cifra de muertos a 20, según el alcalde de Valparaíso. Ramos ni confirma ni niega los dichos de algunos vecinos que hablaban del doble de fallecidos, porque dice no tener pruebas. El secretario de seguridad se limita a comentar que la magnitud de la emboscada demuestra que ahora los grupos “vienen con todo”.

Cuantas menos evidencias, mejor para los cárteles, y no es raro que se lleven a sus muertos y no quieran testigos. Este mes fue asesinado un policía que investigaba los hechos de Valparaíso, confirmó a la AP la fiscalía del estado. El secretario de Seguridad afirma que se trató de un ataque directo.

“Todo el mundo le quita o le pone” algo a las versiones, admite el exfiscal Arturo Nahle, servidor público desde hace 35 años con distintos gobiernos y actual presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado.

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